lunes, 18 de octubre de 2010

Flores de Sempazuchil...

...Y calabaza en tacha. Se sienten ya los aromas de los dulces para la ofrenda que cada temporada nuestras madres nos enseñaron a degustar y preparar, me acuerdo del dulce de tejocote de las ánimas con licor y por supuesto las calaveritas de azucar con mi nombre que devorabamos todos los chiquillos al día siguiente de la llegada de los difuntos, mi mamá prepara chiles rellenos para mi tío Ángel, pulque y cocoles para el abuelito, cerveza y chilacas para la tía Felipa, pan de muerto, mole y dulces de temporada todo aderezado con el aroma del copal y las veladoras, adornado por mis servilletas de papel picado que me pasaba varios días elaborando. Era una visión mágica cuando al dar las doce del diá primero de noviembre se encendían veladoras e incensarios para dar la bienvenida a los difuntos chiquitos que tienen el privilegio de llegar primero a su fiesta. Siempre me daba tristeza cuando mi mamá encendía la última veladora para el ánima sola a quien ya nadie recordaba ni le ponía una ofrenda me daba tanta pena que pienso que por eso me propuse no permitir que la modernidad borre esta tradición para que el ánima sola no regrese a la región de los muertos rodeada de oscuridad

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